Destino

El Palacio de Cortés se encuentra en la Plaza de Armas, frente al Palacio de Gobierno. Hernán Cortés supo desde un principio que la forma más rápida y suspicaz de someter a las poblaciones indígenas era mediante un juego de cambio de equivalencias religiosas. Por ello sobre las ruinas de Tlatlocayacalli, el conquistador construyó su palacio en 1526, en el que también residió su esposa Juana Zúñiga. Al lado del Palacio estaba la «capilla de Indios» que años atrás había promovido el padre Melgarejo sobre los citados restos del centro ceremonial y de tributo tlahuica —de 1325 a 1521 d.C—.

Los Tlahuicas tenían su centro ceremonial en Teopanzolco, en la actual colonia de Vista Hermosa. El topónimo se podría traducir como «templo viejo», denominación con la que los mexicas se referían al edificio de los Tlahuicas.

Los jardines coloniales eran, en tiempos del virreinato, reflejo de poder económico. El Jardín Borda es uno de los raros ejemplos que ha pervivido de aquella época. Fue la residencia de verano de José de la Borda, un minero proveniente de Taxco, que había amasado gran fortuna en el siglo XVIII extrayendo plata. Durante la visita podemos disfrutar las fuentes y el estanque que adornaban con estilo afrancesado,  y del conjunto de flores y plantas llegadas de todo el mundo. El comercio de las colonias españolas en Asia, Filipinas, así como los contactos comerciales con China, Japón o Australia al otro lado del Pacífico, nutrieron de especies al jardín. Justo antes de su muerte, se construyó una iglesia anexa iglesia, el 30 de mayo de 1778.

La Catedral de Cuernavaca en el centro histórico es una de las más antiguas de México. En ella se advierten diferentes fases de construcción desde que en 1529 se alzase como iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Los primeros frailes franciscanos que llegaron a México fundaron este recinto y, en el siglo XVII, se le otorga el estatus catedralicio.

A un costado de la catedral encontramos el Museo Robert Brady, una importante colección que reunió el pintor y diseñador a lo largo de su vida. El edificio fue morada de Brady, y muchos lo conocen como “la Casa de la Torre”, pues forma parte del recinto conventual franciscano de época colonial. El segundo obispo de Cuernavaca, Francisco Plancarte y Navarrete, llevó a cabo una importante reforma para convertirlo en un observatorio astronómico en los albores del siglo XIX. Desamortizado tras una de las Guerras Cristeras —1926-1929—, la Casa Torre fure propiedad primero de George Thatcher y, en 1961, comprada por Robert Brady. Cuatro años después de su muerte en 1986, fue abierta al público como Museo Robert Brady. La explosión artística es tan amplia que cuenta con piezas de todo el mundo, además de objetos de arte prehispánico y pinturas de Rufino Tamayo y Frida Kahlo.

La plaza de las artesanías reúne a vendedores de productos típicos del estado de Morelos. Aquí es posible adquirir la cerámica de Cuernavaca, objetos de barro de San Antón, productos de cera, y muchas artesanías más recorriendo los puestos del mercado.

En Cuernavaca tenemos la maravilla natural de la Barranca de Amanalco. Una red de senderos construidos en el año 1900, que permite atravesar pasarelas y puentes colgantes para disfrutar de la naturaleza, con grandes vistas desde sus miradores.

Un lugar impresionante dentro de la ciudad es la cima de la cascada del Salto de San Antón, cuyos 40 metros de altura y 30 metros de profundidad sirven de trampolín para los valientes. Los Tlahuicas lo llamaban Analco, cuyo significado es «al otro lado del río o la barraca». Y la leyenda que lo rodea cuenta que un guerrero desapareció un día antes de casarse, ocasionando la desolación y muerte de su amada. Sorprendentemente, el cabello de la mujer no paró de crecer, y los dioses, sensibilizados por su sufrimiento, convirtieron la cabellera en la cascada y al guerrero en río, posibilitando su fusión para la eternidad.